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Casi la mitad de las personas que enfermaron por el COVID-19 en la primera ola de infecciones pueden tener cambios a largo plazo e incluso permanentes en su sentido del olfato. Entre las alteraciones, puede incluirse el sentir olor a podrido. Así lo reveló una investigación preliminar que fue realizada en el Instituto Carolina de Suecia. Muchos padecen “parosmia” que consiste en un cuadro por el cual se distorsiona el sentido del olfato. La persona pasa a no poder detectar toda la gama de aromas a su alrededor.

En Uruguay, un estudio que apoyó el Ministerio de Salud Pública, durante la ola de la pandemia también se encontró que el 62% de los pacientes con COVID-19 sufrió algún tipo de alteración del gusto u olfato. Casi la mitad de ellos recuperó el sentido olfativo mientras transitaba la propia infección, pero un 12% demoró más de tres semanas en conseguirlo.

La pérdida repentina del olfato, o la percepción alterada o distorsionada de los olores, surgió como un síntoma inusual del COVID-19 al principio de la pandemia. Aunque muchas personas se recuperaron rápidamente, otras descubrieron que su sentido del olfato nunca volvió a la normalidad. Algunas sienten malos olores.

Para averiguar la frecuencia de estas alteraciones, los científicos del Instituto Carolina de Estocolmo, en Suecia, realizaron pruebas exhaustivas a 100 personas que se contagiaron el coronavirus en la primera oleada de infecciones que recorrió Suecia entre marzo y junio de 2020.

Se hizo un estudio sobre el olfato en Suecia durante la primera ola de la pandemia en 2020 antes de la vacunación (TT News Agency/Anders Wiklund via REUTERS/Archivo)

Sus primeros resultados muestran que 18 meses después de recuperarse del COVID-19, muy pocas personas -sólo el 4%- habían perdido el sentido del olfato por completo, pero un tercio tenía una capacidad reducida para detectar olores, y casi la mitad se quejaba por parosmia: el sentido del olfato estaba distorsionado. La mayoría de los que tenían el sentido del olfato reducido no eran conscientes de eso antes de participar en el estudio.

A continuación, los científicos realizaron las mismas pruebas a un grupo de control de personas que dieron negativo en las pruebas de anticuerpos contra el COVID-19. Eso indicaba que habían conseguido evitar el virus. Alrededor de una quinta parte presentaba deficiencias similares en su sentido del olfato, lo que implica que los trastornos del olfato eran comunes en la población general antes de que el COVID-19 se manifestara.

En un estudio que aún no ha sido revisado por pares, los científicos concluyen que el 65% de los que se recuperaron del COVID-19 mostraban una pérdida de olfato, una reducción o distorsiones del sentido 18 meses después de la infección, en comparación con el 20% de los que no habían contraído el virus. “Dado el tiempo transcurrido desde [la] agresión inicial al sistema olfativo, es probable que estos problemas olfativos sean permanentes”, escribieron.

Se encontró en Suecia que el 65% de los que se recuperaron del COVID-19 mostraban una pérdida de olfato, una reducción o distorsiones del sentido 18 meses después del COVID-19 (Getty Images)

Los voluntarios que participaron en el estudio eran trabajadores de la salud que se sometieron a pruebas periódicas de COVID-19 desde el inicio de la epidemia en Suecia. Como el estudio se centró en las personas que se contagiaron de COVID-19 en la primera ola, ninguno de los voluntarios había sido vacunado en ese momento. Por la misma razón, sus infecciones no fueron causadas por la variante Ómicron que ahora predomina en 171 países.

Los análisis de la Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido sugieren que la pérdida del olfato o del gusto es menos de la mitad de frecuente con Ómicron que con la variante Delta. Sin embargo, el doctor Johan Lundström, que dirigió la investigación en el Instituto Carolina, dijo que no había datos sólidos que demostraran que hasta el momento la infección por la variante Ómicron fuera menos peligrosa para el sistema olfativo.

Una pequeña pérdida de olfato, o notar que ciertos olores huelen raro, puede no cambiar la vida de muchas personas, pero Lundström afirmó que una pérdida de olfato severa puede llevar a la depresión y a que las personas cambien sus alimentación, a menudo para peor, y puede hacer que suban de peso.

“Cuando no se puede oler, lo único que se percibe son las cinco cualidades básicas del gusto, las sensaciones táctiles y las especias”, señaló el investigador. “Inconscientemente, la gente empieza a añadir más azúcar y grasa, o tiene un mayor deseo de comer alimentos fritos por la textura, todo ello para obtener algo de placer al comer”, remarcó.

Lundström dijo que la mayor sorpresa del estudio fue que casi la mitad de las personas que se habían recuperado del COVID-19 informaron de un sentido del olfato distorsionado tanto tiempo después de la infección. “Muchos de estos individuos pueden recibir ayuda realizando un entrenamiento olfativo”, recomendó. “Puede ser que no recuperen el 100% del rendimiento anterior, pero la mayoría con el entrenamiento volverá a un punto en el que su sentido del olfato reducido no afectará a sus vidas”.

Recomiendan la terapia olfativa a los que tuvieron el COVID-19: oler cada día olores fuertes como cítricos

En tanto, para el doctor Richard Orlandi, médico otorrinolaringólogo y profesor del Departamento de Cirugía de la Universidad de Utah, Estados Unidos, aunque no se conoce ningún tratamiento específico para la parosmia inducida por el COVID-19, la llamada “terapia olfativa” puede ayudar. Este proceso consiste en oler cada día olores fuertes como cítricos, perfume, amoníaco o eucalipto para volver a entrenar al cerebro a “recordar” cómo oler. “Se necesitan más estudios para saber si esta terapia realmente funciona”, aclaró.

Mientras tanto, según Orlandi, evitar los desencadenantes olfativos ofensivos puede ser la mejor manera de afrontar la enfermedad. La parosmia “es sólo uno de los muchos síntomas a largo plazo que los médicos e investigadores están estudiando. Lo único que sabemos es que la mayoría de los pacientes recuperan sus sentidos normales del gusto y el olfato, pero no está claro si muchos de ellos volverán a la normalidad y en qué medida”.

Por su parte, consultada por Infobae la doctora Stella Maris Cuevas, otorrinolaringóloga argentina y que ha descrito y trata pacientes con esta patología, destacó que “lo primero que se preguntan los pacientes es si la falta de olfato tiene tratamiento, si regresará y si recuperarán este sentido. La buena noticia es que la respuesta es afirmativa: la falta de olfato (llamada anosmia) tiene tratamiento médico y, además, el olfato se puede volver a entrenar y suele recuperarse luego de días o de semanas o de meses incluso, siempre depende del momento en el que se consulta”.

La especialista aseguró que “desde hace más de una década, existe clara evidencia de que el entrenamiento olfativo con sustancias odoríferas puede restablecer el olfato. En 2009, un grupo de investigadores alemanes liderados por el especialista Thomas Hummel describió esta maravillosa posibilidad de reentrenar el olfato gracias a la plasticidad cerebral”.

La forma es diseñar un “protocolo individualizado según las prioridades de cada caso y el daño que está ocasionando en la persona esa abolición”. La médica aclaró que “no existe una varita mágica, pero la guía en el proceso terapéutico es personalizada, de acuerdo con el caso de cada paciente”.

“El entrenamiento, como se mencionó, es individualizado y consta, según cada caso, la exposición repetida a olores diferentes a elección del paciente durante el tiempo que sea necesario, de a uno por vez. La base del entrenamiento es que el paciente asocie el olor con su memoria (evocando recuerdos con esa sustancia)”, dijo.

En ese sentido, recomendó “realizar el ejercicio durante 5 segundos a 5-10 minutos, tres o cuatro veces por día. En lo personal, y según mi experiencia, indico al paciente no pasar a un segundo olor hasta que el primero no sea reconocido. Además, le solicito, en caso de tener abolido también el sabor, que pruebe alguna golosina. Por ejemplo, en caso de oler menta, acompañar el ejercicio con una golosina de menta, eucalipto o mentol”.

En tanto, un estudio publicado recientemente en la revista Nature Genetics identificó un factor de riesgo genético asociado con la pérdida del olfato después de una infección por COVID-19, un descubrimiento que acerca a los expertos a la comprensión del patrón desconcertante y puede señalar el camino hacia tratamientos muy necesarios.

«Lo primero que se preguntan los pacientes es si la falta de olfato tiene tratamiento y si recuperarán este sentido. La buena noticia es que la respuesta es afirmativa», aclaró a Infobae la doctora Cuevas. (Gettyimages)

Seis meses después de contraer COVID-19, hasta 1,6 millones de personas en Estados Unidos aún no pueden oler o han experimentado un cambio en su capacidad para oler. Se desconoce la causa precisa de la pérdida sensorial relacionada con el COVID-19, pero los científicos creen que se deriva del daño a las células infectadas en una parte de la nariz llamada epitelio olfativo. Estas células protegen las neuronas olfativas, que ayudan a las personas a oler”.

“Todavía no está claro cómo pasamos de la infección a la pérdida del olfato”, dijo el doctor Justin Turner, profesor asociado de otorrinolaringología en la Universidad de Vanderbilt, citado por NBC News, que no formó parte del estudio.

“Los primeros datos sugieren que las células de soporte del epitelio olfativo son las que en su mayoría están infectadas por el virus, y presumiblemente esto conduce a la muerte de las propias neuronas”, dijo. “Pero realmente no sabemos por qué y cuándo sucede eso, y por qué parece suceder preferentemente en ciertos individuos”.

Un locus genético cerca de dos genes olfativos está asociado con la pérdida del olfato y el gusto inducida por el COVID-19, según el estudio. Un locus es la posición fija de un gen en un cromosoma.

Este factor de riesgo genético aumenta la probabilidad de que una persona infectada con SARS-CoV-2 experimente una pérdida del olfato o el gusto en un 11%. Si bien algunas estimaciones sugieren que 4 de cada 5 pacientes con COVID-19 recuperan estos sentidos, la investigación sugiere que la incapacidad persistente o la capacidad reducida para oler y saborear afecta las relaciones, la salud física y el bienestar psicológico.

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Argentina

Logran un trasplante de hígado a un niño de 2 años con un órgano de un donante pediátrico a corazón parado

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El procedimiento es inédito en Latinoamérica. Fue realizado en el Hospital Garrahan y el órgano provenía de un donante fallecido en asistolia, que es la pérdida total de la actividad cardíaca.

Un niño de dos años recibió un hígado proveniente de un donante fallecido en asistolia, que es la pérdida total de la actividad cardíaca, se trata de la primera intervención de este tipo en nuestro país y Latinoamérica y el trasplante fue realizado con éxito por médicos del Hospital Garrahan.

Esta operación se basa en la obtención de órganos para trasplante de un donante que presenta una condición irreversible tras un paro cardiorrespiratorio distinto de la muerte encefálica también contemplada en la Ley 27.447 de Trasplante de Órganos, Tejidos y Células que permite la donación de personas que presenten dicha condición, según informaron desde el mencionado centro de salud.

“Destacamos este hito de máxima relevancia que coloca al Garrahan como pionero en la implementación de las mejores y más modernas técnicas en materia de trasplante de órganos, permitiendo expandir la cantidad de donantes en una población tan necesitada como es la pediátrica”, dijo la presidenta del Consejo de Administración, Soraya El Kik y añadió: “Esperamos que sea el primero de muchos y que en el futuro podamos incluir el uso de corazón, pulmones e intestino de donantes en asistolia controlada como los principales centros del mundo”.

Cómo fue el procedimiento

El procedimiento, que consiste en la ablación del órgano tras la muerte del donante y el posterior implante en el receptor, requirió la coordinación de un equipo multidisciplinario que trabajó simultáneamente en los hospitales Garrahan y Posadas, bajo la coordinación y supervisión del INCUCAI.

El operativo se inició el viernes 29 de noviembre tras haber transcurrido el tiempo reglamentario desde que se detuvo el corazón y se definió la donación y ablación, en un trabajo en el que participaron cirujanos, perfusionistas y enfermeros del equipo de ablación hepática y de cirugía cardiovascular del Hospital Garrahan, además de intensivistas, instrumentadores y coordinadores del hospital donante.

El equipo, integrado por más de 50 personas, realizó una cirugía de ablación hepática y renal, colocando una bomba de circulación extracorpórea para reestablecer el flujo sanguíneo y evaluar la viabilidad de los órganos a ablacionar.

El paciente que recibió el órgano estaba internado en terapia intensiva del Hospital Garrahan desde el 20 noviembre, en un grave estado de salud y en lista de espera de emergencia nacional sin la posibilidad hasta entonces de acceder a un donante vivo relacionado.  El implante de hígado concluyó con éxito a las 18:30 del viernes y el niño evoluciona favorablemente.

Donación en asistolia

Con el objetivo de incrementar la disponibilidad de órganos para brindarle respuesta a quienes esperan un trasplante y gracias al avance tecnológico, en Argentina se comenzó a desarrollar la donación en asistolia, que supone la posibilidad de obtener órganos para trasplante de donantes cuyo fallecimiento se produjo por el cese irreversible de las funciones circulatorias. La donación en asistolia permite incrementar el pool de donantes, a partir de la definición de donante a corazón parado, cuando los profesionales junto a la familia deciden que no hay posibilidades de vida.

En esta primera etapa, se desarrolla el protocolo de donantes en asistolia controlada, pacientes en los que se ha decidido el retiro de las medidas de soporte vital o adecuación del esfuerzo terapéutico. En este sentido, es importante destacar que el proceso de toma de decisiones respecto a adecuación terapéutica es competencia pura y exclusivamente del equipo de las unidades de cuidados intensivos en conjunto con las decisiones del paciente y/o la familia.

En la Argentina, la Ley 27.447 de Trasplante de Órganos, Tejidos y Células establece, en el artículo 36, la certificación de muerte mediante la determinación del cese irreversible de las funciones circulatorias o del cese irreversible de las funciones encefálicas, según sea el caso.

El Protocolo de Donación en Asistolia fue aprobado mediante la Resolución 327/2023 del INCUCAI, con la finalidad de implementar y normatizar en nuestro país el proceso de extracción de órganos luego del fallecimiento de una persona, certificado mediante la determinación del cese irreversible de la función circulatoria.

En la elaboración del Protocolo participaron la Sociedad Argentina de Trasplante (SAT), la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI), y las Comisiones Asesoras de Trasplante renal y Trasplante Hepático del INCUCAI, efectuando cada una sus aportes en el ámbito de sus respectivas incumbencias.

Asimismo, la Comisión Federal de Trasplantes (COFETRA), integrada por los representantes de los organismos de procuración de órganos de todas las provincias bajo la coordinación del INCUCAI brindó el asesoramiento previsto, mientras que el Comité de Bioética del INCUCAI tomó la intervención de su competencia.

El Protocolo contempla la intervención y roles de los distintos actores del sistema de salud y cada hospital que participa del proceso de donación en asistolia, como así también la descripción de los pasos ordenados y sucesivos que deben cumplir para llevar adelante el mismo.

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Argentina

Ingenieras argentinas crean un modelo de inteligencia artificial que acelera el diagnóstico del cáncer

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Una investigación presentada como final de grado permite clasificar grupos de pacientes con cáncer de colon y endometrio y seleccionar el tratamiento adecuado de forma rápida y precisa.

Tres graduadas de la carrera de bioingeniería del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) crearon un modelo innovador de inteligencia artificial diseñado para la detección de biomarcadores en cáncer, con gran impacto en el ámbito de la medicina de precisión en Argentina..

El modelo está enfocado específicamente en predecir la inestabilidad microsatelital (IMS) en cáncer de colon y endometrio, y tiene el potencial de revolucionar el diagnóstico oncológico local, al permitir la elección del tratamiento óptimo de manera rápida y precisa.

Constituye el trabajo final de carrera de Andrea Erbetti, Olivia Sanguinetti, Ana Gorodisch y Julieta Chirkes bajo la supervisión de la docente María Teresa Pombo. 

A partir de la investigación, se constituyó en un equipo multidisciplinario que trabaja en la mejora de la arquitectura del modelo, juntamente con la incorporación de la bioingeniera Martina Belluomini, integrando las últimas tecnologías en la inteligencia artificial.

El objetivo es validarlo para su futura implementación en entornos clínicos.

Fue presentado en el congreso anual American Society of Clinical Oncology (ASCO) 2024 y publicado en el prestigioso Journal of Clinical Oncology, por lo que captó la atención de la comunidad científica.

El cáncer de colon es una de las principales causas de muerte por cáncer en Argentina y en el mundo.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en Argentina, el cáncer de colon y recto es el segundo tipo de cáncer más frecuente en ambos sexos, después del cáncer de mama en mujeres y el cáncer de próstata en hombres.

Por otro lado, según la OMS, el cáncer de endometrio es el sexto cáncer más frecuente en mujeres a nivel mundial, y es el tipo de cáncer ginecológico más común en mujeres, especialmente en aquellas que han pasado por la menopausia.

Si bien tiene un pronóstico favorable cuando se detecta de manera temprana, es importante destacar su creciente incidencia en la población femenina.aa.

La evaluación del avance

Los resultados de la herramienta creada fueron considerados muy buenos en cuanto a sensibilidad y precisión, su bajo costo y capacidad para realizar diagnósticos en cuestión de segundos.

Ofrecen un excelente método de tamizaje, que podría transformar el acceso a la medicina de precisión en Argentina.

Además de la búsqueda para mejorar la precisión del modelo, se estableció como prioridad la reducción de falsos negativos, lo que facilita la reducción de la carga de los laboratorios y evita pruebas innecesarias.

“Este proyecto no solo representa un avance tecnológico, sino también una oportunidad para mejorar la calidad de vida de muchas personas, que podrán acceder a un tratamiento preciso. Nuestro objetivo es llevar esta herramienta a todos los centros de salud que puedan necesitarla, para que cada paciente en todo nuestro país pueda recibir el tratamiento indicado desde su diagnóstico inicial”, destacaron las bioingenieras del ITBA.

Los estudiantes del Instituto Tecnológico Buenos Aires (ITBA) demostraron, con este avance, su compromiso con la innovación y el desarrollo de soluciones que puedan impactar positivamente en la sociedad, según consigna el comunicado distribuido por la institución.

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Argentina

Avance Médico: Primera Curación de Diabetes Tipo 1 con Trasplante de Células Madre

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Una paciente de 25 años con diabetes tipo 1 logró producir insulina después de recibir un trasplante de células madre reprogramadas extraídas de su propio cuerpo. Este avance, publicado en la revista Cell, representa un hito en el tratamiento de la diabetes tipo 1.

El trasplante consistió en:

– Células madre pluripotentes inducidas (iPS) reprogramadas a partir de células del paciente.
– Islotes pancreáticos generados a partir de estas células.
– Trasplante de 1,5 millones de islotes en los músculos abdominales.

Resultados:

– La paciente comenzó a producir insulina suficiente para vivir sin inyecciones externas después de 2,5 meses.
– Mantuvo niveles de glucosa en sangre estables durante más de un año.

Este enfoque podría ofrecer una alternativa a la insulina externa y revolucionar el tratamiento de la diabetes tipo 1. Sin embargo, se necesitan más estudios para confirmar la eficacia y seguridad a largo plazo.

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